Zamora, ¿una ciudad solo para perros?


     Por delante vaya que me declaro amante de los animales y especialmente de los perros, con los que siempre se quedará corto el dicho aquel de que es el mejor amigo del hombre y, de la mujer.
     Otra cosa muy diferente es el nivel de irracionalidad al que se está llegando en esta ciudad, en la que ya hay casi más cánidos que personas, y en el que los dueños, amos, papás o mamás del animal, como les gusta llamarse ahora, adoptan, no todos, por supuesto, un comportamiento digno de estudio.

     Me preguntaba un amigo hace un tiempo, que qué sucedería si él hiciese con su mascota lo mismo que hacen muchos de los poseedores de perros. Él tiene una serpiente pitón de más o menos metro y medio, gorda como una merluza.
     Tenía sus dudas, ninguna, de cómo se aceptaría que la metiese en el súper, en la cafetería, o la sentase sobre la silla de una terraza o, que le diese de beber del mismo vaso de bar por el que posteriormente beberá una persona. Él también le habla a la bicha como si le entendiese, y la quiere mucho.
     Decía que lo más complicado podría ser ponerle una de esas correas de moda en los perros, esas que parecen un carrete de pesca y que son auténticas trampas, el perro va veinte metros por delante del cuidador, por el medio un fino hilo que no se ve al salir del portal y que provoca irremediablemente ir de bruces al suelo, con la consiguiente bronca que te llevas por haber tirado y asustado al animal al enrollarte en su cuerda.
     Él sabe que tiene un animal potencialmente peligroso, al igual que algunos canes son clasificados así, no es que esté ni deje de estar de acuerdo, pero ésa es la ley que toca y obliga tanto a obtener una licencia con un certificado de aptitud psicológica, un seguro, carecer de antecedentes; como a que cuando se pasee a este animal lo tenga que hacer una persona autorizada, es decir, con los requisitos anteriores, que lleve bozal, y que la correa no supere los dos metros de longitud.




     Estas normas, publicadas en el BOE 287/2002, son sin embargo en Zamora algo así como oír llover, porque es fácil ver este tipo de perros por las calles principales de la ciudad sin el preceptivo bozal, en ocasiones sin correa de ningún tipo.
     Por la Plaza Mayor, incluso por los soportales donde está el cuartelillo de la Policía Municipal es frecuente ver esta escena con total impunidad, lo que hace pensar en que pueda haber instrucciones para hacer la vista gorda en estas situaciones, aunque se perjudique a las personas, porque también hay que comprender que hay desde niños a mayores a los que estos encuentros de cerca les puedan producir terror. En estos días ha salido a la luz que por dejar excrementos en la calle hay solamente dos expedientes abiertos, ¿Cuántos por no cumplir con la anterior normativa citada?, seguramente ninguno.
     Por tanto, perros sí, pero la norma está para cumplirla unos y para hacerla cumplir otros, por el bien de una convivencia.

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